Hay películas entretenidas, hay películas buenas, hay películas muy buenas...
y hay películas como ésta. "Un Hombre para la Eternidad" es una obra maestra del cine. Narra el dilema moral de santo Tomás Moro y de cómo debe luchar por mantener su integridad -su hombría- en un mundo corrupto.
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Un rey impulsivo... |
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...y déspota... |
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...cuyos caprichos marcarán el destino de un gran hombre. |
Es el difícil período de Enrique VIII. Ya Lutero ha sembrado su nefasta pez en el alma de Alemania, y sus retorcidas ideas se extienden por Europa. Inglaterra apenas comienza a sufrir el cambio. El rey -historia harto conocida- quiere divorciarse porque su esposa no le da hijos. No va a dejar que nadie se lo impida. El Papa de la época (que sí era un Papa de verdad, no una veleta) dice lo que tiene que decir: que lo que desea es imposible ("lo que Dios ha unido..."). Pero Enrique no es ningún santo, y decide, sí señores, fundar su propia religión, de la cuál se erige a sí mismo como Jefe Supremo... y en la que, obviamente, puede divorciarse. La historia es la de cómo santo Tomás Moro se mantiene incólume y consecuente ante la evidente herejía y a la desobediencia a la ley de Dios, y no cambia su certera opinión por nada, ni por nadie.
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La oración era, sin ambages, esencial en la familia. |
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La actuación de Orson Welles (¡sí, Orson Welles!) es breve, pero perfecta. |
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Los personajes de la película tiene un magnífico vestuario, fiel a los tiempos. |
Es una película difícil de disfrutar para el alma contemporánea, porque no tiene mucha 'acción' y porque exige algo que para el hombre moderno es casi inasequible: introspección.
El título de esta película es, a mi parecer, mucho más expresivo en su traducción que en su original: "Un Hombre para todas las estaciones" indica "un hombre para siempre", pero la palabra 'eternidad' es a mi parecer más idónea, pues sugiere trascendencia a un Mundo donde el tiempo no existe.
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"Si viviésemos en un estado en la que la virtud fuera rentable, el sentido común nos haría santos. Pero como el odio, la ira, el orgullo, y la estupidez dan mucho más beneficio que la caridad, la modestia, la justicia y el pensamiento, tal vez debemos estar firmes - aún a riesgo de ser héroes". |
La película deja una enseñanza clarísima de cómo el hombre verdadero, el católico verdadero, debe ser fiel a su palabra y a su conciencia, por encima de su propia vida. Precisa y sublime, como un concierto de Bach. Santo Tomás Moro, el de esta película, es un paradigma para el varón contemporáneo. (10/10)
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