domingo, 16 de septiembre de 2012

Éxito a cualquier precio (Glengarry Glen Ross). El poder de las (malas) palabras (7/10)

Glengarry Glen Ross es una película de de 1992 que tiene un reparto de súper estrellas: Al Pacino, Ed Harris, Alan Arkin, Jack Lemmon y Kevin Spacey (¡nada más!). ¡Ah! y Alec Baldwin, quien sólo sale al principio, en una memorable escena, casi un monólogo, por el cual es famosa la película.


Es un mundo insoportable, y es el mundo real: el de los vendedores de finca raíz. Una raza de hombres crueles que hacen todo con tal de que los potenciales compradores (las víctimas) firmen "sobre la linea punteada". Engaños y mentiras hay por doquier en este mundo. Lo peor es cómo, bajo esta premisa, los vendedores se tratan pésimamente unos a otros. Nada de cooperación o de sinergias. Este es un mundo de competencia cruel, "a dog-eat-dog world". No hay armas, no hay violencia, no hay casi nada de acción. Todo se logra, como en otras grandes películas (Doce Hombres en Pugna es el ejemplo por antonomasia), con el poder del verbo, de las palabras. ¡Y qué palabras!


¡Qué palabras! ¡Qué cantidad de groserías y violencia verbal la de estos seres! Es difícil decir cuál carácter gana en groserías. Tal vez el más calmado es el del buen Alan Arkin (quien pareciese que rellenara las malas palabras faltantes, en su inolvidable actuación en "Little Miss Sunshine" que le habría de dar el Óscar).



La historia es buena, interesante, sin llegar a ser demasiado cautivadora. A todas luces, tomada de una obra de teatro (pocos escenarios, enfoque en los personajes más que en la acción, la ya citada abundancia de conversaciones, etc.). 7/10

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