jueves, 26 de agosto de 2010

M (1931) Cuando nació el suspenso (10/10)


...cuando nació el suspenso "con sonido", debería ser el título. El grande, grandísimo, inconmensurable Fritz Lang entra al mundo del cine sonoro, que estaba recién nacido en el '31 (apenas hacía cuatro años antes había salido el, ahora censurado "El cantante de jazz" (the Jazz singer), que fue la primera película con sonido sincronizado). Si Lang había hecho una obra de arte del misticismo religioso y la ciencia ficción (con Metrópolis, de la que ya hablé hace unos meses), ahora se vendría con todas sus fuerzas con un extraordinario filme de suspenso y debate moral. ¿Su nombre? "M". Si, "M", la letra "M", nada más. M, de "Mörder" (asesino, en alemán).




M es la primera película sobre asesinos en serie y también una de las primeras en usar un leitmotif, es decir, una música asociada a un tema, en este caso a un personaje (como pasa en Indiana Jones con el personaje epónimo, Star Wars con Darth Vader y su marcha imperial, en La Noche del Cazador con "Leaning..." y muchas otras películas).


A diferencia de las películas de asesinos en serie que le siguieron, M no es sólo la historia del asesino y los detectives. No; envuelve mucho más. Todo una localidad vierte su angustia, sus mitos, sus miedos, sus creencias, y en suma sus planes ante el terrible hecho de tener un asesino rondando las calles. Acá sí nos cuentan qué pasa con la madre cuya hija es asesinada, qué pasa con la tendera, con el mendigo, con el ladrón del barrio… cómo les afecta. M habla también del dilema moral, de la justicia, de qué se debe hacer cuando esta es – a los ojos de algunos-, ineficiente. Y sobre todo, es una película sobre la angustia: la del cazador, la del cazado, la de los que están al lado, porque nadie es indiferente ante un crimen. Y además de todo eso, la actuación de Peter Lorre paga la película. Sin duda alguna, uno de los hitos más importantes de la historia cinematográfica, y al mismo tiempo un filme apasionante hasta el último minuto. 10/10

Moon (2009) ¿De veras quieres ser un astronauta? (7/10)




Moon (Luna) es una maravilloso thriller psicológico sobre la vida de un astronauta que vive solo en la luna, y sus angustias existenciales.

Es una buena película, nada predecible y bastante angustiosa. Es heredera -como siempre en este tipo de películas- de 2001, Odisea del Espacio.

7/10

sábado, 29 de mayo de 2010

Jardines Grises. Un reality que parece fantasía. 8/10


Llega un momento en la vida de los hombres, de las mujeres, en que la mente deja de ocuparse en las ilusiones y se asienta en el pasado. Es en ese momento cuando, podemos decir, llega la vejez. Jardines Grises (Grey Gardens) es un documental sobre dos mujeres atrapadas en un mundo banal y decrépito, del cual sólo escapan con la magia de los recuerdos de un pasado glorioso y refinado.




Edith y Edith

Dos mujeres viven en una enorme mansión, "Grey Gardens". No es, como la mayoría de los demás mortales, que viven (duermen) en su residencia la mayoría de las noches y salen afuera, a “vivir” durante el día. No. Edith Beale y su hija, también llamada Edith, son ermitañas; no salen nunca de la casa. Como viven con recursos muy limitados, principalmente rezagos de la fortuna de sus antiguos compañeros, no la pueden arreglar.

La casa es un desastre. Por las paredes semidestruidas se cuelan los mapaches. Sólo dos o tres de los casi treinta cuartos que tiene, son usados. Los jardines exteriores están tan abandonados que parece que quieren comerse la casa en su espesura.







¿Qué tienen esas dos pobres mujeres, además de su aparentemente triste situación, que puede haber llamado la atención de dos cinematógrafos? Algo “importante”: son familiares de Jacqueline “Jackie” Bouvier, quien se casaría primero con John F. Kennedy y luego con Aristóteles Onassis. Tristemente, ése fue el gancho inicial. Y digo tristemente porque me pregunto cuántas personas pasarán por situaciones similares, en el más lúgubre anonimato.


Un canto de esperanza

A pesar del desolador escenario, madre e hija desarrollan una extraña intimidad. La madre, que vive confinada casi todo el tiempo a su sencilla habitación de dos camas, principalmente oye discos, mira fotos y alimenta a sus muchos gatos. La pequeña Edith, en sus cincuentas pero mucho más vivaz, la acompaña con sus conversaciones, opiniones, cantos y hasta bailes. Además, la alimenta. Hablan, hablan, hablan sin parar. Recuerdan canciones y son espontáneas, así esta espontaneidad nazca de puro aburrimiento. Se ponen ropas distintas cada día. Celebran sus cumpleaños con vino barato en vasos de plástico. Las paredes se destruyen, hay mugre y suciedad por doquiera, pero estas dos mujeres se niegan a morir.



Jardines Grises es un documental mágico y triste, donde la única protagonista es la nostalgia, que se cuela en las mentes de las Beale cada vez que ven un hueco en una pared, o una foto, o un disco, o el infinito “mar de hojas” que inunda y parece enfrentar al otro mar, el del brioso Atlántico. El nombre del documental es perfecto, porque las Beale son como jardines, otrora radiantes y ahora grises por el peso de años. Y el pasar de éstos define aún mas el estaticismo de los jardines, que nunca se mueven, que sólo tienen su pasado para recordar. 8/10

Enlace recomendado: http://www.greygardensonline.com/

sábado, 22 de mayo de 2010

Los Diabólicos – El perfecto cine de suspenso (10/10)

"Muere, querida. Muere y hazlo pronto."

¿No crees en el infierno?


Ésta es una de las “imperdibles”. Los Diabólicos (Les Diaboliques, 1955)trata de cómo un par de mujeres se confabulan para deshacerse de su marido y amante (la misma persona). Esta película es una muestra maestra del cine de suspenso, y mantiene en vilo hasta el último momento. No tengo, o mejor, por el bien del espectador, no debo decir nada más de ella. Eso sí, es maravillosa. 10/10.

domingo, 25 de abril de 2010

Memento. Recuerda a Sammy Jankis (9/10)

A Sammy le faltaba un método.

¡Qué difícil es intentar hacer siquiera una brevísima explicación de esta película sin “dañarla”! Memento narra la historia de Leonard, un ex investigador que es atacado por un par de asaltadores, en su casa. Uno de estos lo empuja y él se da un golpe en su cráneo, que lo deja con una enfermedad mental: amnesia anterógrada. Es horrible: Leonard no puede hacer nuevas memorias. Un ansia de vengar lo que el recuerda del embaucamiento (que incluyó un desalmado ataque a su mujer) lo consume.

"Mi auto."

"Tengo información para ti."


"Teddy. No creas en sus mentiras."

"La memoria no es perfecta; ni siquiera es confiable. Pregúntale a la policía. (...) Es con hechos, no con memorias, como se investiga."

La historia es magnífica en sí, pero lo que hace de Memento una verdadera joya es la manera como está narrada. Exquisitamente construida, con el cuidado de un artesano experto, hace sentir al espectador como Leonard. Es decir, sí, nos hace sentir como si tuviéramos amnesia. Es un maravilloso juego con el tiempo. Sin actuaciones ni tomas espectaculares, es una obra de arte. Pero la confusión va más allá. El filme inspira a una inquisidora sarta de preguntas sobre la misma: ¿Qué pasó? ¿Quién es el bueno? ¿Quién el malo? ¿Quién engañó a quién? Si algo queda claro es que vivir motivado por la venganza es más que inconveniente; es ofuscador, es laberíntico, es monstruoso. 9/10

domingo, 31 de enero de 2010

Network (1976): ¡Que pase el amante! 9/10

¡¡ESTOY FURIOSO, Y YA NO AGUANTO MÁS!!

Comencemos por el principio: Network es una obra de arte, pero no es gloriosa. Como una lóbrega pintura de Goya, como un réquiem oscuro, como un amargo y desesperanzador Apocalipsis, Network es, por antonomasia, la película profética sobre ese monstruo que nos ha comido el tiempo, los pensamientos, las ilusiones –la vida, en suma- a los habitantes de este planeta las últimas tres generaciones: la televisión.

Ambientada en lo que era el presente del 76, narra los entresijos sicológicos de los encargados y ejecutivos de una ficticia cadena de televisión: UBS (que, ya veremos, es lo único que tiene de ficticio). El presentador de las -otrora- aburridas noticias vespertinas, un hombre de avanzada edad llamado Howard Beale, va a ser retirado de su puesto. El motivo es -¿cuál otro puede ser?- bajo rating. Este hombre, que ha entregado su alma a los medios por más de veinticinco años, ve con tal desesperación este anuncio que decide suicidarse. Narra su triste plan, volarse la tapa de los sesos en dos semanas, nada menos que en plena emisión de su noticiero, en vivo, con varios millones de estadounidenses viéndolo, sedados por el aburrimiento.



Por Dios: ¡ustedes son reales y nosotros la ilusión!

La reacción que nuestra humanidad –espero- tendría, de aconsejar al hombre a que reconsidere su inocuo proceder, es la que no aparece. No. Las almas de los directores, productores, guionistas y, sobre todo, de los empresarios y hombres de negocios que administran esta (y cualquiera) empresa de la comunicación, es visceral y rastrera. Aferrados al dinero, arrastrándose en el lodazal de Mammon, aprovechan las mundanas consecuencias del espectáculo causado por tan inusitada declaración -¡más espectadores, más share!- y promueven que el pobre Beale se desahogue ante la injusticia, ahora en un tono profético y sensacionalista, del mundo de la televisión, que tan bien conoce. Le dan, pues, su propio espacio y hacen del antiguo noticiero un circo, con lectura de cartas, opinómetro, chismes y todo lo demás . Esta artimaña habrá de ser orquestada por una maquiavélica Eva, llamada Diana Christensen, que no tiene más objetivos en la vida, según ella misma, que un 30% de share y un 20% de rating.

¿A cuántas cadenas retransmitimos? (...) ¡Hemos encontrado oro!

Semejante vislumbramiento de lo que es el mundo actual tenía originalmente pretensiones de comedia. Digo tenía porque el espectador de inicios de este siglo ve como se han cumplido todas las ocurrencias de esta manada de lobos que son los hombres de los medios. Lumet, el director -sí, el mismo de Doce Hombres en Pugna- nos lo dice de muchas maneras en la versión comentada –que recomiendo tanto como la película original. Dice, por ejemplo: “los noticieros son un espectáculo”. Y amplío yo: “sí: siempre terminan con unas notas cómicas e inanes: la sección de farándula. ¿Y que murió un hombre? Vale tanto como que hayan muerto mil, o como que hubiera perdido Millonarios y ganado Nacional, o como que hubiera habido un terremoto en Rodesia y una guerra en Beirut. ¿Y al final, qué más importan las noticias? Déjame ver mis Simpsons, mi Betty la fea, mi concurso”.

Network fue nominada nada menos que a diez Óscares y está inmejorablemente actuada, ausente de música –ni siquiera en esto hay misericordia-. Primeramente, el maestro, el protagonista de la película, Peter Finch, deja la vida entera en cada una de las escenas en las que aparece. Habría de morir poco tiempo después de acabada la película; su Óscar fue póstumo. Faye Dunaway, que también ganó un Óscar, representa a la perfección al ser ideal neoyorquino: desprovisto de sentimientos e incapaz de dar amor, que vive sólo para su trabajo, “siete por veinticuatro”. Robert Duvall, el abogado del Padrino, actúa magistralmente como el seducido por el poder. Ned Beatty, quien también fue nominado, representa al Mundo -sí, al enemigo del alma- como nadie nunca lo habría hecho. Y este enemigo contaminará a todos, incluso a supuestos terroristas y enemigos del estado. Sólo la pareja Schumacher –William Holden y Beatrice Straight- parecerán tener un vulnerable corazón.

El mundo... es un negocio, señor Beale.

Tú eres la televisión encarnada. Todo al tocarlo, lo destruyes. Pero a mí no me destruirás.

Estoy herida, ¿no lo entiendes? Muy herida.

En resumen, Network es un drama perfecto con un mensaje clarísimo: la televisión es un monstruo. ¿Qué digo? No es una película; es una profecía. 9/10