jueves, 15 de enero de 2009

El Hombre Elefante: ¿Dónde estabas, David Lynch? (9/10)

Miente el que dice que no se fija en lo exterior. Miente, porque los hombres somos unidad, y nuestra apreciación estética no puede obviar partes. Lo interno y lo externo influyen en nuestra percepción, siempre íntegra, de la realidad. El mundo moderno trata de separar las dos cosas, con formularios sin foto ni edad, e instándonos a que nos enfoquemos en "la utilidad"... Como si los seres humanos fuéramos objetos. Pero no, no es posible. El aprecio a lo exterior está inmerso en nuestra alma, en nuestra condición humana.

Es cierto, también, que cada ser humano es bello de por sí, y que lo que al porte le falta lo puede rellenar (y a veces, en sumo grado), la gracia, la virtud, la belleza interior. El Hombre Elefante trata de la historia de una persona supremamente deforme que existió, sí, en la vida real. Su nombre, Joseph Merrick (llamado John Merrick en la película), quedó inseparablemente atado a su enfermedad, el síndrome de Proteus.



Con la actuación de Anthony Hopkins como el Dr. Treves, John Hurt como Merrick y la dirección de David Lynch, la película, que es en blanco y negro, no podía ser mala. En efecto, tiene momentos brillantes, trascendentales, mágicos. Se queda sin embargo, con el sabor de que los personajes no resolvieron sus inquietudes. En otras palabras, sentí uno que otro cabo sueltos. Por ejemplo (y sin dar ninguna pista ni "spoiler"): uno de los asuntos fundamentales de la película es la duda moral que asalta al Dr. Treves. De hecho, se ve plasmada en varios momentos (el encuentro con Bytes y cuando es sorprendido en la noche). Tristemente, la duda no se soluciona. ¿Treves queda satisfecho o no con su comportamiento? Qué linda hubiera sido una resolución.


Qué gusto es poder ver una historia como ésta: directa, clara, sin rememoraciones, sin personajes superfluos, comprensible por todos. Y el director es... ¿David Lynch? ¿El mismo de esos laberintos insoportables como "Cabeza borradora" y "El Camino de los Sueños"? ¿Tuvo en 1980 una efímera lucidez? Eso pareciera. La belleza que no tiene John Merrick sí que la tiene su película. 9/10

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