
Esta película está entre las de un grupo que podríamos denominar ‘realismo mágico’ cinematográfico. La acción tiene lugar en un periodo de tiempo tan largo como el de la vida de una persona, y para indicarnos en qué época estamos se nos muestran momentos memorables de la Historia de manera casi fetichista. Por ejemplo: en un televisor salen Los Beatles cantando, para indicarnos que estamos en los 60’s; al estar en un bote se ve a lo lejos el despegue de un cohete y ya sabemos que estamos en la Guerra Fría, etc. Forrest Gump es el ejemplo por antonomasia de este género, y El Gran Pez y la película que nos ocupa heredan su método. Cabe anotar que este género no es el mismo género épico (o narración histórica) al que podrían pertenecer Gladiador, Cleopatra y El Puente sobre el Río Kwai, pues en aquél no se busca en ningún modo generar nostalgia y en éste sí, y fundamentalmente. Otra característica del género es que aunque se narra una biografía con pretensiones realistas, una rimbombante fantasía lo penetra todo.

El filme comienza en tiempos contemporáneos, en una nívea habitación de hospital. Como en Titanic, el deseo que tiene una anciana de rememorar el pasado da pie a la historia. El personaje epónimo nace, en la película, el día del final de la Gran Guerra. Su apariencia exterior es la de un hombre anciano. Con el paso de los años, irá en un curioso viaje en retroceso por la vida, de la senectud a la juventud. Sin adentrarse en tecnicismos fisiológicos, ni tampoco recurrir a la filosofía, la película nos muestra las partes de los sufrimientos y aventuras que son memorables para el protagonista. Periódicamente volveremos al lugar desde donde la historia es narrada.

Brad Pitt está nominado al Óscar a mejor actor por su actuación protagónica. A mí me convenció, pero no se me hizo magnífica. Sin embargo, no lo puedo condenar. ¿Cómo representar un papel cuando no existen en la vida real casos similares? ¿Qué paralelo puede hacerse? Benjamín, en general, es representado como un hombre sereno y cauteloso (y esto me pareció bastante prudente). Brad Pitt es un actor muy versátil. Ya lo habíamos visto antes en papeles muy agresivos (recuérdese Cerdos y Diamantes, Doce Monos y El Club de la Pelea, esta última también dirigida por Fincher), y ahora hace uno de sus papeles más suaves (tipo Siete Años en el Tíbet o Conoces a Joe Black).
Los otros actores hacen buenos papeles. Se destaca Cate Blanchett, increíblemente grácil, con una belleza delicada y unos ojos claros inolvidables. El vestuario y los decorados son magníficos. El maquillaje y los efecto especiales, principalmente de envejecimiento de Brad Pitt, están sumamente bien logrados. Las nominaciones son justas, en suma.


La película daba para más cuestionamientos filosóficos. ¿Cuál es el sentido de la vida, y el de una vida así? ¿Qué sentía el protagonista al ver la muerte en sus protectores de la infancia? ¿Qué opina del evidente paralelo entre la infancia y la senectud? Estas preguntas nunca se nos son respondidas. Evidentemente, no es la intención del director ni del guionista mostrar lo que él piensa… pero hubiera sido bueno haber hecho algo más profesional, más profundo, y no habernos dejado con gotitas de historia. Si bien este es mi mayor “pero”, también quedé con la impresión de que las últimas escenas que vemos de Benjamín parecen narradas con afán, como si el guionista no supiera muy bien cómo concluir.
